Publicado originalmente en Coordenadas Móviles, mi columna en Razón y Palabra.
“Las TIC son como un tren, si no te subes en el momento, está cañón que lo alcances”, me dijo alguna vez un amigo que anda por los cuarenta y tantos. Lo recordé fuertemente cuando me hizo clic un dato sobre Internet y telefonía móvil, en el “Estudio 2010 de hábitos y percepciones de los mexicanos sobre Internet y diversas tecnologías asociadas”[1], que fue presentado estos días.
Se trata de un trabajo realizado por el equipo del Proyecto Internet del Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México, como parte del World Internet Project, un esfuerzo coordinado por la Universidad del Sur de California, que plantea un comparativo entre más de 32 países, a partir de una metodología común. Los datos que aporta el estudio son interesantes todos y en mucho coincide con otros datos arrojados por los estudios del INEGI y de la AMIPCI, en términos de los usuarios y sus datos socio-demográficos; pero la mayor aportación del informe de este año, desde mi punto de vista, es el dato sobre la conexión a Internet desde los celulares.
Desde qué lugar se conectan los usuarios y por cuánto tiempo, es un dato fundamental. Si bien la mayor parte de ellos acceden a Internet desde su casa o su trabajo, un segmento importante ya lo hace desde el celular. En términos de nivel socioeconómico, es la gente de estratos medios altos y altos la que entra en la red más tiempo desde el teléfono móvil, con un promedio de 7 horas por semana; aunque llama la atención que aun en sectores socioeconómicos bajos, los usuarios se conectan alrededor de 2 horas por semana desde el celular.
Algo más revelador viene cuando se incorpora la variable edad. El grupo que más horas navega desde el celular, no es el más joven, sino el de personas de 40 a 46 años, que registra un promedio de 13 horas por semana, frente a un promedio de 8 horas en el grupo de 19 a 25 años.
Podemos entrar en el terreno de las inferencias y especulaciones, para atribuir este fenómeno al poder adquisitivo de las personas de 40 y más, que les permite acceder a un servicio costoso de telefonía celular; quizá también a las exigencias laborales, que hacen necesario permanecer conectados a la red; y tal vez, incluso, a la búsqueda de experimentar con las múltiples opciones que dan los dispositivos móviles.
El punto es que, si consideramos que en el 80% de los hogares mexicanos hay al menos un celular[2] y que la tendencia de éstos es hacia la incorporación de cada vez más aplicaciones y el acceso a Internet, estamos asistiendo a la apertura de nuevas implicaciones, preguntas y posibilidades, en torno a la inclusión digital. Obviamente, no todo es transparente y hace falta mayor discusión sobre los costos, las habilidades e incluso los intereses; pero las posibilidades son importantes.
Hubo un tiempo en que los celulares eran sólo teléfonos y eran empleados sólo por cierta élite. Con el tiempo los equipos fueron más accesibles, tanto en términos de tamaño como de costos. Desde hace algún tiempo incorporamos los smartphones en la vida cotidiana y estamos transitando de la sorpresa inicial a la naturalización. Este último párrafo dice obviedades, pero no está escrito para el presente, sino para regresar, en el futuro, a las notas de cuando resultaba llamativo el crecimiento en el uso de Internet en el celular en México y el desplazamiento en los grupos de edad.
[1] World Internet Project, Tecnológico de Monterrey (2010). Estudio 2010 de hábitos y percepciones de los mexicanos sobre Internet y diversas tecnologías asociadas. Recuperado el 29 de julio de 2010 de http://octavioislas.wordpress.com/2010/07/29/5227-proyecto-internet-catedra-de-comunicaciones-digitales-estrategicas-tecnologico-de-monterrey-estudio-world-internet-project-2010/
[2] AMIPCI (2010). Estudio AMIPCI 2009 sobre hábitos de los usuarios de Internet en México. Recuperado el 2 de junio de 2010 de http://amipci.org.mx/estudios/temp/Estudiofinalversion1110-0198933001274287495OB.pdf