#TodosSomosJorgeyJavier

Hace 4 años, Jorge Mercado y Javier Arredondo, dos estudiantes del Tec de Monterrey, fueron asesinados frente a la puerta de su universidad. La versión oficial en aquel momento fue que eran o habían sido confundidos con sicarios, pero fue demostrado que se trataba de jóvenes estudiantes cuyo grave error fue estar en la escuela en el momento del encuentro armado. Ahora, un grupo de jóvenes ha llamado a no olvidar y a limpiar la memoria ensuciada. Se han movilizado en Monterrey para recordar a sus compañeros y las otras víctimas que la guerra contra el narcotráfico.

Desde esta pantalla, me solidarizo con ellos, porque alguna vez fui parte del Tec, porque toda la vida he sido estudiante y porque, como mexicana, me da vergüenza y horror el trato que los ciudadanos comunes tienen/tenemos por parte de la autoridad. Nadie debería ser más un daño colateral. Todos tenemos dignidad. Por eso, hoy #TodosSomosJorgeyJavier.

Eduardo Restrepo, Stuart Hall y el pensamiento sin garantías

Participar en congresos académicos sirve para muchas cosas. En octubre pasado (a.k.a. el mes del maratón académico) me colé al primer encuentro de la Red Latinoamericana de Posgrados en Estudios Culturales, en la UAA. Más allá de volver a escuchar en vivo a Gilberto Giménez (ésta fue la segunda vez, la primera fue en el ITESO hace seis años), el gran descubrimiento para mí fue Eduardo Restrepo, un antropólogo colombiano que habló de Stuart Hall y su vínculo con los estudios culturales latinoamericanos. El relato que hizo Restrepo de Hall hizo que me dieran unas ganas locas de leerlo. Sucede que los itesianos estamos más cercanos a los estudios culturales de Raymond Williams que a los de Stuart Hall. Precisamente por eso, la recomendación que hizo Restrepo, de leer Sin garantías, de Hall, me ha resultado tan significativa.

Alain Touraine, los movimientos sociales y los derechos humanos

Hace muchos meses que pretendía escribir este post, pero como ha dicho Italo Calvino en Si una noche de invierno un viajero…, «es inútil que rabie con la manía de hacer girar hacia atrás los relojes y los calendarios esperando retornar al momento precedente a aquel en el cual ha ocurrido algo que no debía ocurrir». El punto es que, aunque me he tardado mucho, decidí retomar algunas notas que he guardado desde octubre pasado (el mes del maratón académico) sobre el Foro El Poder Hoy de la Cátedra Alain Touraine, en la Universidad Iberoamericana Puebla.

No exagero si digo que asistir a ese foro fue una de las experiencias más interesantes de mi vida académica, tanto por los asuntos que ahí se abordaron, como por la experiencia misma.

La dedicatoria prometida

Ya lo había contado en el post anterior, pero uno de los grandes momentos del Foro fue cuando Boaventura de Sousa dedicó su conferencia al pueblo wixárika, un día después de que dialogara con algunos de sus representantes en Guadalajara. Fue el cumplimiento de una promesa y, a la vez, fue colocar en la mesa una preocupación compartida por diversos movimientos sociales. Boaventura resaltó que el punto común entre las movilizaciones es el sentimiento de indignación frente a la destrucción de la democracia, la reconstrucción de ésta implica celebrar la diversidad y crear una conversación global donde el sur pueda aportar.

Las antorchas encendidas

Los movimientos de los jóvenes, la defensa de los derechos humanos y de la libertad de expresión fueron asuntos clave para la discusión. En las dos conferencias que dio, Alain Touraine situó los derechos humanos como un elemento central de lo social. Los derechos humanos, dijo, están por encima de todas las autoridades y todas las leyes, implican una construcción ética de lo social. El mundo ha dejado de pensarse en términos sociales y es urgente recordar, con Hannah Arendt, que los seres humanos tienen derecho a tener derechos.

El panel «La emergencia de los jóvenes en la crítica y la construcción del poder» en el que participaron Pablo Reyna (Más de 131), Andrés Fielbaum (Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile) e Ignacio Sierra (Democracia Real Ya) permitió conocer la experiencia de activistas jóvenes en las movilizaciones en México, Chile y España que, en esencia, han sido experiencias de recuperación del espacio público, de politización de las generaciones más jóvenes, así como de expresión de las demandas de sectores que tradicionalmente habían sido marginados. Si bien en el discurso de estos jóvenes estaban presentes las dificultades, escucharlos fue esperanzador.

El panel sobre Wikileaks —en el que participaron Kristin Hrafnsson (vocero de Wikileaks), Blanche Petrich y Pedro Miguel (ambos, de La Jornada)— sirvió para discutir sobre las implicaciones de Wikileaks en la política, la economía y los medios de comunicación de nuestros tiempos. De acuerdo con Hrafnsson, cuando en 2010 Wikileaks difundió el vídeo sobre los abusos del ejército estadounidense en Irak, se esperaba la cobertura mediática en torno al crimen de guerra; sin embargo, los medios de comunicación se ocuparon más por preguntarse cómo se había filtrado el vídeo, qué era Wikileaks y quién era Julian Assange. Las reacciones más evidentes han sido del gobierno de Estados Unidos, pero también del poder económico. Pese a todo y, con los años, «no han podido silenciarnos», dijo Hrafnsson.

Del dolor a la gran lección de humildad

Un panel que movió fibras muy sensibles fue aquel en el que participaron Javier Sicilia (Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad) y Roberto Garretón (quien estuviera en su momento en la Vicaría de la Solidaridad, que asistió y documentó los casos de las víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet, en Chile). El relato de Garretón fue tan desgarrador como esperanzador. El relato de Sicilia fue tan doloroso como poético. La gran lección de humildad vino de Alain Touraine, quien permaneció en primera fila casi los tres días que duró el Foro y estuvo siempre atento a los otros, siempre tomando notas. Sobre todo, cuando terminó de hablar Javier Sicilia, Alain Touraine fue el primero en ponerse de pie para darle un aplauso. En nuestro mundito académico desbordante de soberbia, es frecuente ver académicos de cualquier edad (algunos apenas en formación) que piensan que no tienen mucho que aprender de los otros. En octubre, ver a alguien tan grande como Alain Touraine, con 88 años encima y una trayectoria académica increíble, en la búsqueda de aprender de los otros y verlo reconocer con un aplauso de pie a Sicilia fue algo muy emotivo para quienes lo presenciamos. Fue también recordar que en las ciencias sociales nos debemos a los otros.

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