De cómo unas cosas permiten ver otras…

Leí muchas reseñas de Después de Lucía y, en prácticamente todas, decía que la película abordaba el bullying. Ricardo, un amigo que ya la había visto, me dijo que el tema no era el bullying en sí mismo. Después de verla, comentaba con él que, efectivamente, el bullying es un elemento clave de la historia, pero es una especie de pretexto para ver otras cosas, como los sentimientos de culpa y de vulnerabilidad.

 

Lo mismo ocurre en otras películas. Justo ahora, viene a mi mente La llave de Sara (Elle s’appelait Sarah), donde un elemento importante, que se aborda tangencialmente pero le da sentido a toda la historia, es la culpa que carga Sarah durante toda su vida. La culpa, de algún modo, también está presente en Julia, por ocupar el espacio del cual fue despojada una familia judía en 1942. El holocausto es aquello que permite ver el sentimiento de culpa.

 

La culpa también está en Secretos peligrosos (The whistleblower), la experimenta Kathryn por haber prometido a las chicas que resolvería la situación de total indefensión en la que se encuentran frente a la explotación sexual en un país que no es el suyo… y por ver cómo casi todos son testigos insensibles de la injusticia. En esta historia, basada en hechos reales, la culpa es también un asunto clave.

No es casualidad que sean historias de mujeres. A nosotras se nos enseña a sentir culpa. ¿Será que otros mundos son posibles?

#Oscar2012 y la convergencia

De mi columna Coordenadas Móviles, en Razón y Palabra.

“—Demián, ¿qué se siente perder el Oscar? —¡¡Natalie Portman dijo mi nombre, putoooos!!” (Oscar Equis, 2012). Esto no es sólo un chiste, es una entre mil evidencias de cómo convergen los medios en nuestros tiempos: Discutimos en Twitter, los que vimos en la transmisión televisada de la entrega de los premios Oscar a lo mejor del cine (lo que sea que “mejor” signifique).

Lo primero que esto implica es cierto interés por el cine. Para insertarse en la discusión es importante contar con cierto bagaje cinematográfico, identificar películas y ternas, reconocer actores y directores, incluso recordar detalles de anteriores entregas del Oscar o de otros premios, como el Goya, los Globos de Oro y más.

Lo segundo es encontrarse en la transmisión televisiva de la entrega del Oscar. En este sentido, se sitúa la simultaneidad como característica de la experiencia: Millones de personas, en todo el mundo, estaban viendo lo mismo, a través de distintos canales y soportes. Se trata, además, de una ceremonia en torno al cine, pero producida para la televisión.

Lo tercero es insertarse en la discusión en Twitter, como un paso más, que permite trascender el interés por el cine y la simultaneidad de la televisión, por medio de la publicación de comentarios y el uso de etiquetas como #Oscar2012 para situarse como enunciador en el torrente de comentarios. Ciertamente, no puede decirse que se trate de una discusión como tal; sin embargo, el uso de estas herramientas implica posibilidades de conexión en torno a intereses comunes, que no existían antes de los medios digitales, al menos no con estos niveles de alcance, visibilidad e instantaneidad.

Tal torrente agrupó comentarios sobre las películas y personas nominadas, las posibilidades, las apuestas y pronósticos, las tendencias en maquillaje y vestidos, el papel de los presentadores, cuan inspirador era ver los videos de los actores que hablaban sobre sus primeros acercamientos con el cine, cuan bonito fue el espectáculo del Cirque du Soleil, cuan guapo se veía George Clooney, cuan sorprendente resultó la pierna de Angelina Jolie, cuan notorias eran las tendencias en los premios (los técnicos paraLa invención de Hugo Cabret, los demás para El artista, las manos vacías para El árbol de la vida Harry Potter, en fin), hubo también quienes se limitaron a describir lo que veían y quienes pusieron en juego el ingenio para hacer chistes sobre lo acontecido en minutos, como el que da comienzo a este texto. Además, los tuits de los usuarios comunes compartían espacio con los de medios que daban cobertura en vivo, en línea, a la entrega. Esto permite observar que las vetas en los comentarios son diversas y se sitúan en distintos niveles, pero la integración en torno a un tema común es un asunto muy interesante para analizar.

Sobre todo, estos acontecimientos mediáticos permiten observar la integración de distintos medios en el ecosistema. Hubo un tiempo en que se afirmaba que la televisión desplazaría al cine y, después, que Internet desplazaría a la televisión. ¿Cómo podemos explicar lo que he señalado al principio: discutimos en Twitter, que vemos en televisión, la entrega de un premio cinematográfico?

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Oscar Equis. (26 de febrero de 2012). —Demian, ¿qué se siente perder el Oscar? —¡¡Natalie Portman dijo mi nombre, putoooos!! [Twitter post]. Recuperado el 26 de febrer0 de 2012, de https://twitter.com/#!/donMenocchio/status/173986160132104192

Medianeras, la ciudad y la red

De mi columna, que se llama igual que este blog, en Razón y Palabra.

“Hace más de diez años me senté frente a la computadora y tengo la sensación de que, desde entonces, nunca más me levanté”, decía Martín, uno de los personajes principales de Medianeras, un cortometraje que Gustavo Taretto dirigió en 2005[1] y que ahora, en 2011, se ha convertido en un largometraje[2]. He de confesar que sólo he visto el primero, hace años, en un festival de cine y que espero con ansias la llegada del segundo.

Medianeras es una reflexión sobre la ciudad, concretamente sobre la ciudad de Buenos Aires, la cual es caracterizada por Taretto como “caótica, impredecible, contradictoria, luminosa, empobrecida y hostil”[3]. Sobre ella, la reflexión tiene que ver con las implicaciones del crecimiento urbano desordenado en la vida cotidiana de sus habitantes: la presencia de demasiada gente en determinado territorio no ha conducido a una mayor convivencia entre quienes viven en cercanía geográfica. La reflexión que plantea Taretto sobre su ciudad bien podría plantearse sobre cualquiera de nuestras ciudades, medianas o grandes.

Esta posibilidad de pensar la ciudad en Medianeras plantea también una reflexión sobre internet. En nuestros tiempos es casi imposible pensar una cosa sin la otra. Mariana y Martín, los protagonistas de la película, experimentan cierta proximidad geográfica, suelen circular por los mismos lugares y constantemente se encuentran en la calle, pero no se dan cuenta, porque no se conocen, no saben quiénes viven alrededor ni cuánto tienen en común; a la vez, experimentan otras proximidades a través de internet, que no es una realidad alterna, sino algo que se ha incorporado en la vida cotidiana. De igual modo, la historia de amor de estos dos personajes, que experimentan la soledad y el aislamiento, podría ser la historia de muchos.

Pero, más allá de las historias, una gran aportación de la película es que coloca en la misma mesa de reflexión a la ciudad, la red y las subjetividades. Hace años, había quienes pronosticaban el fin de las ciudades e incluso de las interacciones cotidianas, a partir del crecimiento de Internet. El tiempo ha demostrado que las ciudades no han desaparecido, pero que muchas lógicas urbanas se han trastocado con los flujos globales de información.

La reflexión sobre la ciudad e Internet no puede desligarse en nuestros tiempos, porque la relación se produce en varios niveles y dimensiones, porque la ciudad no es un simple escenario donde ocurren las interacciones, la ciudad también ocurre a partir de esas interacciones. La red no existe como una realidad aparte, sino como una que está ligada a las condiciones materiales de infraestructura, a las condiciones políticas en términos de regulaciones y de posibilidades de libertad —o de restricción, como desafortunadamente hemos visto muchos casos recientemente—, a las condiciones culturales y educativas en términos de usos y apropiaciones.

Todas estas relaciones parecen invisibilizarse en las interacciones interpersonales, pero están ahí, como las calles de la caótica ciudad.


[1] The Internet Movie Database. “Medianeras” (2005). Consultado el 29 de octubre de 2011, en: http://www.imdb.com/title/tt0455622/

[2] The Internet Movie Database. “Medianeras” (2011). Consultado el 29 de octubre de 2011, en: http://www.imdb.com/title/tt1235841/

[3] Taretto, Guatavo. “Nota del director”. Medianeras. Consultado el 29 de octubre de 2011, en: http://www.medianeras.com/historia.php

Gigantes de acero y la relación humano-máquina

Cierto día en una fiesta, Mauricio Benjamín, toda una celebridad de la restauración, me contó de Gigantes de acero (Real steel). Su reseña no iba en torno a los robots y las peleas y no se dignó a mencionar cuan guapo se ve Hugh Jackman, lo que sí me contó es que había una relación muy especial entre los humanos y las máquinas.

En efecto, la película da mucho material para pensar esta relación. De entrada, hay dos posturas claramente identificables de los humanos frente a los robots: Una desde la cual le confieren(conferimos) a la tecnología cierta especie de perfección y la creen(creemos) invencible… claro que esta idea se va por la borda cuando trozos de robots vuelan por doquier. Desde otra postura, se le atribuyen cualidades humanas a la tecnología, como si la capacidad del robot para imitar movimientos lo hiciera un poco humano, como si pudiera pensar y sentir y como si las luces azules de sus ojos pudieran transmitir algún sentimiento.

Además, hay de fondo un discurso frente a la tecnología, en la pelea de Atom contra Zeuz, Atom es el débil, pero lo maneja un ex-boxeador; Zeuz es el fuerte, el gladiador, pero ha sido diseñado por el mejor programador y es manejado por un equipo de programadores. De algún modo, lo humano se impone a lo tecnológico (al más puro estilo de Rocky), a la vez que lo humano está conectado con lo tecnológico (saludos, Bruno Latour).

Al final de cuentas, la reflexión sobre la realidad no tan dual humano-máquina es bastante más densa de lo que esperaría uno en una película hollywoodense. ¿Qué importa que sea otra versión de Rocky?

¿O será que la desviación profesional hace que uno imagine cosas?

Miss Bala y los sentimientos encontrados

Ver Miss Bala me ha provocado sentimientos encontrados. Por un lado, celebro la iniciativa, me agrada que presente esta otra perspectiva de la violencia en México. Creo que su gran acierto es justamente colocar el tema de la naturalización de la violencia y el enorme entramado de vínculos entre áreas que hace años pensábamos ajenas y desconectadas entre sí. Contar la historia a partir de la chica que ni sabe bien a bien qué pasa, me parece que también es un gran acierto y una gran metáfora del estado de confusión de la sociedad frente a las amenazas, que ni sabe claramente de dónde vienen.

Sin embargo, creo que falla en el manejo del tiempo; en el afán por mostrar la fugacidad, pareciera todo ocurrió en tres días y eso le resta profundidad. Creo que también falla en congruencia: hay cosas que no muestra y se entienden perfecto, como la violación de Laura; hay cosas que muestra de más y al final muestra mal, como la escena sexual entre Laura y el narco feíto en la camioneta en una posición anatómicamente imposible o el asesinato del agente de la DEA que termina colgado de un puente.

Por lo demás, para quienes vivimos en Aguascalientes, la sorpresa es considerable al descubrir una Tijuana muy aguascalentense. Gran parte de la película fue rodada en estas tierras, dicen que el gobierno no aportó dinero del erario público a esta película, como sí lo hizo con Abel; pero quién sabe. Como sea, muchos lugares se ven: la calle Madero, Las Antorchas, la Plaza Fundadores, López Mateos con algún paso a desnivel en construcción, el Sindicato Ferrocarrilero, alguna casa perdida en la salida a San Luis… con vista al Cerro del Muerto, la tiendita de cervezas que ocupa el espacio donde alguna vez estuvo Danessa 33, el centro comercial El Dorado, la central camionera, el lugar de las combis. Ahí está todo y, a la vez, podría tratarse de cualquier ciudad.

El discurso del cineasta: Internet, el cine y la reflexión de Alex de la Iglesia

De mi columna Coordenadas Móviles, en Razón y Palabra.

 

“Internet es la salvación de nuestro cine”, ha dicho Alex de la Iglesia, en la ceremonia de entrega de  los premios Goya, en febrero pasado. Como ha sido registrado en los medios españoles, el cineasta, que hasta ese día era también presidente de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España, ha estado involucrado en la polémica en torno a la ley Sinde; su inconformidad fue lo que lo motivó a renunciar a la presidencia.

Lo que, en su discurso, planteó Alex de la Iglesia sobre el cine e Internet, va más allá de la ley Sinde, invita a pensar en los encontronazos que se producen cuando se trata de legislar las prácticas emergentes de consumo de productos culturales en la red, bajo una lógica que no es la de la red:

Hace 25 años, quienes se dedicaban a nuestro oficio, jamás hubieran imaginado que algo llamado Internet revolucionaría el mercado del cine de esta forma y que el que se vieran o no nuestras películas no iba a ser sólo cuestión de llevar al público a las salas. Internet no es el futuro, como algunos creen; Internet es el presente; Internet es la manera de comunicarse, de compartir información, entretenimiento y cultura, que utilizan cientos de millones de personas; Internet es parte de nuestras vidas y la nueva ventana que nos abre la mente al mundo1.

Tras afirmar que “no tenemos miedo a Internet, porque Internet es precisamente la salvación de nuestro cine”, Alex de la Iglesia propone ser creativos e innovadores, para encontrar otros modos de “entender el negocio del cine”. Esto atraviesa por la valoración del papel de las audiencias en la industria cinematográfica, lo cual es un asunto clave en el discurso antes mencionado. Uno de los primeros señalamientos del director fue que “una película no es la película hasta que alguien se sienta delante y la ve” y poco antes de finalizar recalcó que “hacemos cine porque los ciudadanos nos permiten hacerlo”. Esos mismos ciudadanos, dijo, siguen viendo cine, ahora también a través de la red.

Quizás el elemento clave en el discurso del director es el reconocimiento del cambio. Mirar a las audiencias y comprender sus lógicas implica no sólo valorarlas en tanto consumidores de cine, sino también ser conscientes de su capacidad de agencia en nuestras sociedades contemporáneas. Con las TIC, se están modificando los modos de consumo, pero también se abren posibilidades para la producción y la circulación, a agentes que en los medios tradicionales no tenían acceso a ello.

El surgimiento de formas colaborativas y reticulares de producción y consumo de contenidos, desafía las búsquedas de controlar la propiedad intelectual en la red, como se haría en la era pre-Internet. EnHipermediaciones, Carlos Scolari retoma de Eric Raymond la metáfora de las catedrales y los bazares, para explicar la emergencia de nuevos modos de producción en la comunicación digital: las catedrales fueron pensadas y construidas para una estructura jerárquica, mientras que en los bazares se produce “una gran conversación de la cual emergen configuraciones colectivas”2.

Las prácticas de producción, circulación y consumo no sólo de cine, sino de otros productos culturales, están cambiando de una lógica de catedrales a una de bazar. ¿Habrán de cambiar también ciertas mentalidades? ¿Habrá un modo de hacer compatibles las posiciones encontradas respecto al cine y otros productos culturales en la red? Si lo hay, espero vivir para contarlo.

1 RTVE. “Discurso de Álex de la Iglesia en los Goya 2011”. Consultado el 15 de marzo de 2011, en http://www.youtube.com/watch?v=HjAg4pWxW0A&

2 Scolari, Carlos. Hipermediaciones. Elementos para una teoría de la comunicación digital interactiva. Gedisa. Barcelona, 2008, p. 188.

 

Baarìa

Tornatore volvió a hacerme llorar… o quizá Morricone… o más bien ambos y todo el equipo. Fui a ver Baarìa y encontré más de lo que esperaba: una película algo larga, llena de detalles, aunque a veces la sentí cortada (como que tanta historia no cabe en tan pocos minutos).
Cuando aparecen los créditos, la voz de Tornatore explica que un artista sólo puede hablar de aquello que conoce y Baarìa, dicen, tiene mucho de autobiográfico. Cuenta las vidas de tres generaciones de italianos -concretamente sicilianos- a través de la vida de los Torrenuova: Cicco, Peppino y Pietro, es decir, el abuelo, el padre y el nieto, idealistas los tres, cada uno para lo suyo.
La historia es dolorosa, con grandes cuestionamientos políticos tejidos entre escenas de la vida cotidiana. Tal vez ahí está la belleza, en lograr conectar la historia -de 1930 a 1980- con las biografías.

Nuevo número de Comunicación y Sociedad

El número 15 de la revista Comunicación y Sociedad (enero-junio 2011), ya está disponible en línea. En él se ha publicado el artículo «El estudio de las prácticas políticas de los jóvenes en Internet», que escribimos Rebeca Padilla de la Torre y yo. El número completo es más que interesante.

ARTÍCULOS

Los límites cambiantes de la vida pública y la privada
John B. Thompson

Comunicación pública, transición política y periodismo en México: el caso de Aguascalientes
Salvador de León

La amplificación social del riesgo: evidencias del accidente en la mina Pasta de Conchos
Nina Yolanda Tejeda García / Lorena Pérez-Florianol

El estudio de las prácticas políticas de los jóvenes en Internet
María Rebeca Padilla de la Torre / Dorismilda Flores Márquez

¿Ni indígena ni comunitaria? La radio indigenista en tiempos neoindigenistas
Antoni Castells i Talens

Agentes del sector cinematográfico y la diversidad cultural en Colombia
Liliana Castañeda López

MATERIALES PARA EL ESTUDIO DE LOS MEDIOS

La telerrealidad en las televisiones españolas (1990-1994)
Javier Mateos-Pérez

RESEÑAS

Identidade, diversidade: práticas culturais em pesquisa
Darwin Franco Migues

La mirada televisiva. Ficción y representación histórica en España
Adrien Charlois Allende

Merchants of culture. The publishing business in the Twenty First Century
Gabriela Gómez Rodríguez

Communication Power
Gabriel Alberto Moreno Esparza