Saber y certificar que se sabe: Notas sobre Internet y el conocimiento

De mi columna Coordenadas móviles, en Razón y Palabra.

 

La Universidad de Stanford se ha propuesto hacer un experimento en educación distribuida, a partir de la oferta de tres cursos en este otoño: Introducción a la Inteligencia Artificial[1], Introducción a las Bases de Datos[2] e Introducción al Aprendizaje Automático[3]. La particularidad es que los cursos, además de realizarse de manera presencial, estarán disponibles en línea, gratis, para gente de todo el mundo y con requisitos mínimos, tanto de conocimientos previos —probabilidad, álgebra linear, lenguajes de programación y, por supuesto, conocimiento del idioma inglés— como de equipo—computadora con una buena conexión a Internet—.

Obviamente, no es la primera vez que se explota a Internet para propósitos educativos, las experiencias de educación en línea han probado su eficacia por años, muchas universidades mantienen presencia en entornos virtuales como Second Life y gran cantidad de materiales educativos están disponibles en espacios como iTunes U y YouTube Edu. A eso hay que sumar las experiencias de uso de wikis y otras plataformas para trabajar documentos en forma colaborativa, los bases de datos académicas, los sitios para compartir archivos y más. Esto es ligeramente diferente, se trata de cursos ofertados de una manera muy abierta —me refiero a la gratuidad y la ausencia de requisitos muy complicados para el ingreso—, por una universidad de gran prestigio mundial. Sin embargo, quienes tomen los cursos en línea no obtendrán un certificado de la universidad, sino solamente una especie de reporte del profesor, con información sobre el desempeño del estudiante.

Esto abre algunos cuestionamientos sobre la pertinencia del conocimiento y de la acreditación del conocimiento. ¿Qué es lo importante realmente?, ¿haber estudiado con los expertos y tener una serie de competencias en un área de especialidad?, ¿o el pedacito de cartón, avalado por una institución, que certifica que uno ha estudiado algo y que, para efectos prácticos, se traduce en fichas para la vida en el mundo académico? Planteado de otro modo, ¿importa más saber o poder documentar que se sabe algo?

En ese sentido, mucho de lo que se aprende en Internet —y en la vida— no está avalado por títulos, certificados o diplomas; sin embargo, las competencias y recursos con que se cuenta, permiten a los sujetos realizar ciertas prácticas y posicionarse en determinadas áreas. Cristóbal Cobo y John W. Moravec ya han trabajado sobre el concepto de “aprendizaje invisible” y pueden dar muchas luces sobre estas transformaciones. De cualquier modo, cuando algo se transforma, no lo hace de manera aislada; el camino por recorrer es casi tan amplio como las preguntas que van surgiendo en esta coyuntura.

 

 


[1] Stanford Engineering. “Introduction to Artificial Intelligence”. Consultado el 27 de agosto de 2011, en: http://www.ai-class.com/

[2] Stanford Engineering. “Introduction to Databases”. Consultado el 27 de agosto de 2011 en: http://www.db-class.com/

[3] Stanford Engineering. “Introduction to Machine Learning”. Consultado el 27 de agosto de 2011 en: http://www.ml-class.com/