Juárez, las miradas y la memoria

Recuerdo las tiras donde Mafalda decía que al mundo le dolía el Asia, creo que hoy al mundo le duele todo el cuerpo, pero en algunos puntos es inconcebible que pueda experimentarse más dolor. Juárez es uno de ellos, arrastra muchos dolores, el de sus mujeres asesinadas y olvidadas, el de su seguridad perdida, el de sus jóvenes masacrados cuya memoria es ofendida por quienes se supone estarían a cargo de ver por ellos. Como en otros momentos, se hace presente la necesidad de gritar lo que pasa y lo que se percibe, lo que se siente y no encuentra cabida en muchas noticias. «Juárez se nos cae a pedazos», dice Tere Almada en un mail que Chilangelina publicó en su blog; «hoy siento que el tiempo y las fuerzas se nos agotan y Ciudad Juárez se nos muere de tristeza», finaliza. Jorge Pedro también publicó el mail de un amigo suyo que vive allá; «se siente algo en el cuerpo que afecta, y no sólo mentalmente», dice y habla de las extorsiones como pan de cada día. Rossana Reguillo publicó en Facebook fotos que tomó Salvador Salazar en la protesta que realizaron el día que Calderón estuvo en Juárez. Me duelen esas miradas, tan distintas como profundas, sobre esa realidad que vemos en Televisa. Me pregunto qué dirá, en 50 años, la historia oficial sobre la incompetencia y el cinismo de las autoridades y qué dirá sobre el dolor y el desencanto de los que ven su ciudad y su vida caer a pedazos.

Actualización: Esta noche, tuiteros y feisbuqueros se unen a #vigiliaporjuarez.

Segunda actualización: Salvador Salazar, desde Juárez, publica fotos de la Marcha de Coraje, Dolor y Desagravio: SOS Juárez.

¿sentencias previas?

Leo el post de Rossana Reguillo acerca de las zonas de riesgo cero frente a la influenza humana y sus cuestionamientos: «¿Es realmente el dilema hoy aislar a quien se percibe como amenaza para la seguridad, sin considerar los costos para la libertad y los derechos humanos? ¿cuáles serán las nuevas zonas de riesgo cero derivadas de la pandemia?»

Y, en esta inercia que hace parecer inevitable sacrificar la libertad por la seguridad, no puedo evitar pensar en Minority report, la cinta de Steven Spielberg, basada en el relato de Philip K. Dick, donde EU tenía un sistema de prevención del delito, basado en detener y congelar a los sujetos antes de que cometan el delito; aquéllo era una especie de mundo feliz, donde no había asesinatos y donde el común de las personas estaban dispuestas a sacrificar la libertad a cambio de tener la seguridad de los no-asesinatos.

En un día normal (lo que sea que eso signifique), nada suena más alejado de la realidad; pero en situaciones de crisis, más de un Estado cierra fronteras para aislar a los posibles-infectados-engendros-del-mal que se constituyen como amenaza para su seguridad y no son pocos los ciudadanos que se manifiestan de acuerdo. El asunto de fondo es el prejuicio frente a lo que se califica como amenazante, sea o no un peligro real; y el prejuicio tiene un sinfín de implicaciones sociales, pero, de manera concreta, suele chocar con los derechos humanos.

¿Será que aprobaremos sentencias previas? ¿Será que buscaremos otros mundos posibles para hacer frente a las incertidumbres?

De influenza e incertidumbre

El miedo se ha instalado dentro y satura nuestros hábitos diarios.

 

Zygmunt Bauman, Tiempos líquidos

 

 

Estos días la influenza se ha incorporado en las conversaciones de medio mundo, no como un tema entre otros, sino como el tema y, una vez frente a él, es imposible no tomar postura. Entre la gente común alcanzo a identificar varios discursos:

 

·      Los que recurren al copy-paste del discurso oficial: sí es curable, sí hay medicamento suficiente, no hay más muertos que los que ya se informó, toma estas medidas precautorias, todo está bajo control.

 

·      Los que consideran que la influenza existe y se salió de control, que todos estamos en riesgo y que el gobierno y los medios ocultan información respecto a la gravedad del asunto.

 

·      Los que afirman que se trata de una cortina de humo frente a otros problemas, tales como el narcotráfico y la crisis mundial, porque, ah, qué influenza tan oportuna.

 

·      Los que hablan de una conspiración global para:

a) Reactivar la economía.

b) Contrarrestar el exagerado crecimiento poblacional.

c) Dominar al mundo.

 

·      Los que predican el fin del mundo y ya escuchan a los jinetes del apocalipsis.

 

·      Los que hablan de la existencia del virus, de los riesgos y de la necesidad de tomar precauciones, pero se muestran artículos frente a las versiones oficiales de los actores legítimos, tales como los gobiernos, los organismos internacionales y los grandes medios de comunicación.

 

Radicales, críticos o como sean los discursos, el denominador común es el miedo: miedo a infectarse, miedo a morir, miedo a la conspiración, miedo a la incertidumbre. Al final de cuentas estamos frente a un acontecimiento disruptivo[1] que nos lleva a comportarnos bajo el principio de sospecha y, siguiendo los planteamientos de Rossana Reguillo y otros autores, la sospecha se basa no en la diferencia, sino en la igualdad: sospechamos de los que son iguales a nosotros y, si antes ya nos preguntábamos si el vecino recién llegado era narco o si era secuestrador el desconocido que encontramos frecuentemente en la calle, ahora criminalizamos también a quien ose estornudar, ante el miedo a contagiarse de influenza.

 

A la epidemia de la influenza, habrá que sumar la del miedo. Entretanto, preguntas sobran y las respuestas nomás no aparecen. Tal vez lo que nos tiene tan alarmados no es lo poco que sabemos, sino lo que no sabemos.


[1] Reguillo, Rossana (2007). “Exclusiones, miedos y fronteras: los desafíos geopolíticos de la identidad”. En Identidades, globalización e inequidad. Ponencias magistrales de la Cátedra Alain Touraine. México: Universidad Iberoamericana, ITESO.