Las dos Nedas y los desafíos de la información

Un instante puede cambiarlo todo. En 2009, alguien grabó la muerte de una joven en alguna calle de Irán, durante las protestas contra las irregularidades en las elecciones presidenciales de aquel país. El nombre de la víctima, se dijo entonces, era Neda Soltani. Su rostro fue difundido en espacios noticiosos, pero también se multiplicó en las pancartas de las manifestaciones e, incluso, en espacios virtuales como Tribute to Neda Soltani and others. Neda se convirtió en un símbolo de la lucha en Irán. Lo que entonces no sabíamos era que la Neda cuya fotografía había sido obtenida de su perfil en Facebook era una diferente de la que había muerto. Desde entonces, el rostro presentado por la familia de Neda, era diferente del que se volvió un símbolo, como puede observarse en esta nota en BBC Mundo.

En 2010, el New York Times presentó una nota con la historia de Neda. Quien murió fue Neda Agha-Soltan, pero el rostro que habíamos conocido fue el de Neda Soltani, una profesora universitaria, que fue identificada erróneamente a partir de una foto de Facebook. Por eso los dos rostros no coincidían del todo. Las presiones del gobierno iraní para descalificar la noticia de la muerte de una Neda, mediante la presentación de la otra Neda, fueron tan fuertes, que esta segunda Neda, la viva, terminó por escapar de Irán y pedir asilo en Alemania. Esta información, sin embargo, no se expandió con la misma velocidad y el mismo alcance de las noticias que, un año antes, explotaban la imagen de una mujer muriendo en la calle, a la que más tarde llamaron Neda Soltani.

The Guardian corrigió sus notas hasta 2011: “This article was amended on 2 Jun 2011. The original referred to the death of Neda Soltani during a demonstration in Iran. That is the name of a different individual. This has been corrected” (“Este artículo fue corregido el 2 de junio de 2011. El original se refería a la muerte de Neda Soltani durante una manifestación en Irán. Ése es el nombre de otra persona. Éste ha sido corregido”), puede leerse en la nota “How Neda Agha-Soltan became the face of Iran’s struggle”, así como en otros materiales noticiosos del medio.

Finalmente, en 2012, algunos medios publicaron entrevistas con Neda Soltani, a propósito de la publicación de su libro My stolen face: The story of a dramatic mistake (Mi rostro robado: La historia de un error dramático), en las cuales declaró que el error de los medios le arruinó la vida. Neda Soltani ha declarado que intentó contactarse con diversos medios para señalarles la equivocación, pero que no obtuvo respuesta.

La historia de las dos Nedas nos permite reflexionar sobre las implicaciones del uso de las imágenes obtenidas de internet —y no de manera directa de su fuente— y de los controles de calidad en la información periodística, en un tiempo en que la velocidad en la información se asume como un valor y, tal vez, como una exigencia. ¿La necesidad de informar prácticamente en tiempo real justifica el uso de imágenes que las personas comparten con sus contactos en Facebook? ¿Cómo podemos entender, en casos así, la tensión entre el interés público y la privacidad? Sobre todo, resulta importante discutir sobre la capacidad de los medios para aceptar los errores cometidos en el trabajo cotidiano. Quizás haya errores simples que no pongan en juego la vida de una persona, otros sí, muchos ponen en riesgo la reputación de los implicados.

Publicado originalmente en Coordenadas móviles, en Razón y Palabra.

¿Quién espía a los espías? Algunas notas sobre el caso de Snowden

De mi columna Coordenadas Móviles en Razón y Palabra.

 

Mirar hacia atrás suele hacer que algunas cosas cobren sentido. Hoy, cuando el caso de Edward Snowden se ha colocado en el centro de una telaraña diplomática entre varios países, no puedo evitar pensar en 2010. En ese año, la revista estadounidense Time nombró “persona del año” a Mark Zuckerberg, el periódico francés Le Monde hizo lo propio con Julian Assange y el periódico británico Financial Times con Steve Jobs. Las diferencias eran notables, tanto entre las tres personalidades como en los argumentos para otorgarles esas distinciones, pero el elemento clave era la evidencia de un desplazamiento de la visibilidad, en tanto figuras de poder, de la política formal hacia las élites tecnológicas. Los años han pasado y ahora el centro de atención política y mediática es la “presencia ausente” de Edward Snowden.

“No quiero vivir en un mundo en el que no hay privacidad y, por lo tanto, no hay espacio para la exploración intelectual y la creatividad”, declaró Snowden desde Hong Kong, en entrevista para The Guardian. En ese diálogo anunció también que no mantendría el anonimato. Días antes, había filtrado información sobre Prism, un programa de espionaje electrónico operado en Estados Unidos. El joven tuvo acceso a esa información como empleado primero de la CIA y después, de manera indirecta, de la NSA. Tales acciones derivaron en una reacción de Estados Unidos: una demanda penal, la revocación del pasaporte de Snowden, así como la presión hacia otros países para que le nieguen el asilo. Para el gobierno de Estados Unidos, se trata de un traidor, aunque otros han cuestionado la idea de traición. ¿Traición a quién? ¿A un régimen que espía? Hay incluso quienes sitúan el caso, como parte de la tradición norteamericana de denuncia cívica.

La incertidumbre se hace mayor al considerar el papel de los otros países en esto. De entrada, está la indignación de los países espiados por Estados Unidos. Cobra relevancia también la red de relaciones diplomáticas de Estados Unidos con los países por los que ha pasado ya Snowden —China y Rusia— y aquellos a donde podría ir, luego de solicitar asilo. Al cierre de esta columna, el caos había alcanzado al presidente de Bolivia, Evo Morales, cuyo vuelo de Rusia a Ecuador tuvo que ser alterado, luego de que Francia y Portugal le negaran el uso del espacio aéreo por temor a que el avión boliviano llevara escondido a Snowden. Aunque el avión de Morales pudo aterrizar en Austria y, horas después, pudo continuar el viaje a Bolivia, hubo gran indignación entre algunos presidentes sudamericanos. Esto se traduce, para los demás países, en una suerte de obligación de tomar partido: ¿con quiénes está la solidaridad?, ¿a quiénes se les envía una nota diplomática que exprese acuerdos o desacuerdos?

Los analistas de política internacional tendrán mucho que decir al respecto, ya que estos casos de filtración de información —como el que ya habíamos conocido con Julian Assange y WikiLeaks y ahora con el caso de Snowden— derivan en un reacomodo de fuerzas políticas en el mundo. Sin embargo, como he señalado líneas arriba, el hecho de que el tránsito y la solicitud de asilo se hayan convertido en grandes problemas en el terreno diplomático, hace que se pierdan de vista otros asuntos centrales: el espionaje, la libertad de expresión, la libertad en internet y la transparencia. Sospecho que nunca conoceremos los alcances de unos programas de “vigilancia” de tal precisión.

Si el poder está vinculado a la información, ¿quién define la diferencia entre Obama y los otros, como Snowden, Manning y Assange? ¿Quién decide el destino de nuestros datos? Como decía el conocido cómic:“¿quién vigila a los vigilantes?”. O tal vez deberíamos preguntarnos: ¿quién espía a los espías? A propósito, los términos son importantes: mientras algunas notas periodísticas hacen referencia a programas de “vigilancia”, otras emplean el término “espionaje”. No es un dato menor.

Estar lejos y estar juntos: Medios / tecnologías, relaciones y contextos

De mi columna Coordenadas Móviles, en Razón y Palabra.

Los japoneses que llegaron a Aguascalientes a principios de los 80, tuvieron la necesidad de aprender un poco de español y vincularse con los vecinos, los compañeros de trabajo y el entorno urbano. Para los japoneses que han llegado a la misma ciudad, 20 o 30 años después, el establecimiento de estos vínculos es opcional, ya que la presencia de las tecnologías de información y comunicación posibilita que ellos sigan al pendiente de las noticias y que estén en contacto permanente con sus seres queridos en Japón o en cualquier parte del mundo. Esto relata Rebeca Padilla en su libro Geografías mediáticas y ciudadanas[1]. En otros tiempos, la comunicación entre los que se iban y los que se quedaban, se limitaba a las cartas enviadas por correo postal y a las llamadas telefónicas, pero las primeras tardaban mucho tiempo y las segundas resultaban muy caras. Con el tiempo, hemos sido testigos de ciertas transformaciones en la experiencia migratoria, a partir de la incorporación paulatina de las tecnologías de información y comunicación en la vida cotidiana, pues con ellas es posible estar en contacto permanente.

Con base en un acercamiento etnográfico en tres países —Inglaterra, Filipinas y Trinidad—, Mirca Madianou y Daniel Miller[2] han planteado que las familias transnacionales disponen de una serie de medios digitales, para comunicarse de un país a otro. A esta disposición de medios, los autores han llamado polymedia, pero enfatizan que tal concepto no se refiere sólo a la proliferación de medios, sino que adquiere sentido con las elecciones que los sujetos hacen, dentro de las limitaciones estructurales, para estar con otros. ¿Es mejor escribir un mail o llamar por Skype para resolver algún problema o contar algo importante? ¿Es mejor no aparecer en Skype cuando se quiere ocultar una cara de decaimiento y depresión?

Los migrantes permanentes o temporales de los que hablan tanto Madianou y Miller como Padilla, tienen la opción de elegir, pero hay quienes no. Rebeca Padilla plantea —también en Geografías mediáticas y ciudadanas— que las realidades de algunos sujetos viven en una lógica global, con muchas opciones tecnológicas para informarse y comunicarse y con las posibilidades de viajar alrededor del mundo, coexisten con las de otros sujetos con menos recursos, que viven anclados a la localidad, se relacionan con medios como la radio y los periódicos y consideran toda una experiencia “viajar” al centro de la ciudad. En suma, mientras en algunos contextos el mundo es un pañuelo, en otros la propia ciudad tiene lugares lejanos.

Con frecuencia, el optimismo en torno a la tecnología nos lleva a elogiar la posibilidad de estar juntos, aunque se esté lejos, mediante una llamada en Skype, un mensaje en Facebook o Whatsapp u otros artilugios. Sin embargo, no hemos de olvidar que esa posibilidad de estar cerca incluso en la distancia es un privilegio sólo de algunos.

[1] Padilla, Rebeca. Geografías mediáticas y ciudadanas. Universidad Autónoma de Aguascalientes. México, 2012.

[2] Madianou, Mirca & Miller, Daniel. “Polymedia: Towards a new theory of digital media in interpersonal communication”, International Journal of Cultural Studies 0, 0 (2012).

I’m sorry: Lo digital deja rastro

De mi columna Coordenadas Móviles, en Razón y Palabra.

 

Cierto amigo mío hizo un comentario sarcástico sobre una foto en Facebook, en la que habían etiquetado a un amigo suyo. Fue un comentario hecho a la ligera, como tantos otros que se hacen en la red —como sea, mi amigo es igual de imprudente en contextos presenciales—, pero al autor de la foto, que además aparece en ella, le resultó ofensivo y, al parecer, presentó una demanda ante la PGR. No sabemos aún bajo qué cargos planteó tal demanda y tampoco sabemos si prosperará, entre otras cosas, porque cuando se cruzan el terreno legal e internet hay una nebulosa increíble. Sirva esta experiencia de mi amigo para recordar que nuestras interacciones en internet dejan rastro, algunas veces es más evidente y otras menos, pero siempre lo dejan.

Más allá de lo apasionante que pueda resultar la discusión sobre la libertad de expresión, legislación sobre internet, las implicaciones de la visibilidad en internet, los conflictos en torno a la privacidad y otras maravillas, me llama la atención un asunto concreto sobre esto de dejar rastro en la red: ¿cómo será el último rastro que se deje antes de morir?, ¿cuáles serán las últimas palabras?, ¿quiénes darán cuenta de ellas y cómo las interpretarán?

A propósito de estas preguntas, recordé que tiempo atrás vi, en un post en Microsiervos, la referencia de un peculiar sitio web que recupera los últimos tuits de personas que han muerto —personas con cierto nivel de notoriedad, dicho sea de paso—. Se trata de The Tweet Hereafter, un espacio cuyo lema es “Each of us will utter a final word. Some of them will be on Twitter” (“Cada uno de nosotros enunciará una palabra final. Algunas de ellas estarán en Twitter”), que señala el último tuit, la fecha y hora en que fue publicado, así como la fecha y hora de la muerte, la causa de muerte y un enlace a la biografía.

Uno de esos últimos tuits que registró The Tweet Hereafter está el de Hugo Chávez y fue publicado en la madrugada del 18 de febrero de 2013: “Sigo aferrado a Cristo y confiado en mis médicos y enfermeras. Hasta la victoria siempre!! Viviremos y venceremos!!” El 5 de marzo fue dada a conocer la noticia de su muerte.

El último tuit de Aaron Swartz fue la respuesta a una pregunta de alguien más. Su tuit fue del 8 de enero de 2013, él se suicidó tres días después. El suicidio también fue la causa de muerte del rapero Freddy E., pero sus últimos tuits resultan increíblemente reveladores, ya que emitió una serie de mensajes de despedida. El último es un “I’m sorry”, que fue publicado el 5 de enero de 2013 a las 2:34 de la tarde, su muerte fue registrada el mismo día, un minuto después.

Obviamente, en los casos señalados, se trata de los últimos tuits de personas —como señalé anteriormente— con cierto grado de notoriedad y, además, sólo en el tercer caso pueden considerarse últimas palabras en sentido estricto. Sin embargo, pensar en las que podrían ser nuestras últimas palabras y nuestro último rastro en la red puede resultar interesante desde distintas perspectivas: expresión pública, privacidad, identidad, ética, en fin. Pensar en esas posibles últimas palabras tal vez nos vuelva más reflexivos respecto a lo que expresamos de manera pública o semi-pública en las redes. Esto no es una invitación a dejar de expresar trivialidades —muchas de las cosas que publicamos son precisamente muy triviales, pero por algo nos resultan importantes—, es más bien una invitación a reflexionar sobre lo mucho que publicamos casi en automático.

 

 

Cómo internet ha llegado a ser lo que es: Un museo en red y sobre la red

De mi columna Coordenadas Móviles, en Razón y Palabra.

 

Arpanet, una red que data de 1969, es el primer punto en la interesante cronología que puede verse en The Big Internet Museum. De acuerdo con esa primera imagen, Arpanet es el abuelo de internet. En la recuperación de elementos clave coexisten dispositivos, plataformas, aplicaciones y prácticas, en una línea de tiempo. Algunos de ellos son los emoticonos, el .gif, el html, el Smartphone, Netscape, MSN, Geocities, el Wi-Fi, Google, el blogging, Napster, Limewire, Wikipedia, Friendster, Skype, MySpace, Second Life, World of Warcraft, Facebook, Google Maps, los memes de Chuck Norris, YouTube, Twitter, Instagram y el Gangnam style. Cada elemento permite observar material adicional, así podemos ver, por ejemplo, “Me at the zoo”, el primer video que fue compartido en YouTube.

Obviamente, se trata de una selección parcial: aparecen Napster y Limewire, pero no Megaupload; están Friendster y Facebook, pero no Orkut; puede verse al Gangnam style, pero no a Felix Baumgartner. Sin embargo, plantea un modelo en el cual los usuarios pueden proponer piezas para el museo y otros usuarios podrán erigirse como una especie de curadores, mediante los votos. Otro elemento que puede resultar discutible es la estructura lineal, que no se parece mucho a la estructura reticular de la red. De cualquier modo, es una gran iniciativa que permite reflexionar sobre internet en internet. Si la finalidad de un museo es conservar y exhibir obras a las que se atribuye cierto valor histórico, cultural y/o científico, un museo como éste permite desnaturalizar eso que estamos naturalizando en medio de las innovaciones —no hace mucho recordábamos en esta columna que alguna vez el módem hizo ruido—. En palabras de sus creadores, “el museo es un tributo a todos los pioneros que han hecho de Internet y de la World Wide Web lo que es ahora”.

A propósito, los creadores de este museo son Dani Polak, Joep Drummen y Joeri Bakker. De acuerdo con su propio boletín de prensa, los tres trabajan para una agencia de publicidad en los Países Bajos, la misma agencia apoya el proyecto. En el futuro hemos de ver qué tanto evoluciona el proyecto, qué otras piezas se incorporan a la selección y en qué medida se da la participación de los usuarios. Al final de cuentas, quienes han hecho de internet lo que es ahora son también los millones de sujetos que se conectan, usan la red y la apropian para gran cantidad de fines.

Diciembre nos gustó para hacer recuentos: Notas sobre los intereses de los usuarios de internet en 2012

De mi columna Coordenadas Móviles, en Razón y Palabra.

 

Es un lugar común decir que en nuestros tiempos la información es tanta —un torrente, diría Gitlin— que la tarea de hacer memoria se complica. En internet esto se hace más evidente, sobre todo por la fragmentación de intereses y de espacios para consumir, producir, hacer circular y/o discutir la información. Los recuentos anuales son maneras de cerrar unos ciclos y abrir otros, mediante el ejercicio de mirar hacia atrás para determinar qué fue relevante en un periodo de tiempo. Hay quienes aún hacen recuentos personales en sus blogs o en diferentes sitios de redes sociales. Pero hay también recuentos que permiten ver una fotografía más amplia de lo que fue importante para las mayorías —lo que sea que eso signifique— en internet.

Como cada año, Google publicó su Zeitgeist 2012, con tendencias globales y por países. En el mundo, las tendencias fueron lideradas por “Whitney Houston”, “Gangnam Style” y “Hurricane Sandy”. La división de tendencias en categorías que hace Google —búsquedas, imágenes, atletas, eventos, personas, películas destacadas, programas de TV, protagonistas, artículos electrónicos de consumo, aerolíneas y hashtags de Google+— permite ver que hay conexiones entre ellas: acontecimientos como los Juegos Olímpicos o el salto desde la estratósfera que hizo Felix Baumgartner, desastres naturales como el huracán Sandy, o bien productos como el iPhone y el iPad de Apple, aparecen en más de una de las listas.

En México, el término de búsqueda más utilizado fue “IFE”, seguido de “Facebook español” y “Angry Birds”. En la lista figuran también “PREP”, “ley SOPA”, “becas universitarias”, “Gangnam Style” y “Whitney Houston” —aunque ésta en el lugar número 10, a diferencia del 1 en las tendencias globales—. La fotografía panorámica de las búsquedas de los usuarios mexicanos deja ver cierto interés por la política. Las tendencias de búsqueda fueron encabezadas por “IFE”, pero también aparecen “PREP”, “cómo votar”, “elecciones”, “Enrique Peña Nieto”, “Andrés Manuel López Obrador”, “Josefina Vázquez Mota”, “Gabriel Quadri”, “qué es 132”, “#yosoy132”, “Enrique Peña Nieto IBERO”, “ley SOPA”, “qué es SOPA”; aunque resulta por lo menos curioso que, en la categoría de Personas, “Julia Orayen” haya sido más buscada que los cuatro candidatos. ¿Será que tiene algo que ellos no?

Facebook publicó su Facebook Year in Review 2012, a partir de otras categorías: eventos, canciones, películas, check-ins, figuras públicas, libros, tecnología, política, televisión, deportes y memes. Su recuento es por países y no incluye a México, sólo a Estados Unidos, Australia, Brasil, Canadá, Alemania, España, Francia, India, Italia, Corea, Rusia, Singapur y Reino Unido. No resulta sorpresivo que Rajoy y la crisis fuesen tendencias en España, Hollande en Francia, o Pussy Riot en Rusia.

El recuento de Twitter, 2012 Year on Twitter, concentra varias lógicas: tweets dorados, el pulso del planeta, sólo en Twitter, tendencias y nuevas voces. Las tendencias se subdividen en categorías que agrupanhashtags: iniciadores de conversación, política, deportes, televisión, películas, música, comida, tecnología y países. En ellas coexistenhashtags como #nowplaying y #Syria. El tuit más retuiteado —tweet dorado— fue “Four more years”, de Barack Obama. El pulso del planeta se definió en torno a acontecimientos, como los Juegos Olímpicos, las elecciones en Estados Unidos o los MTV Video Music Awards; también aparecen el huracán Sandy y la discusión sobre las iniciativas SOPA y PIPA. Sobra decir que tanto en Facebook como en Twitter es posible ver las tendencias personales durante el año.

Obviamente, las lógicas y categorías son arbitrarias. Además, técnicamente no se hace el recuento del año completo— al menos dos de los recuentos están en línea desde el 12 de diciembre—. Una diferencia clara es que las listas de Google se refieren principalmente a la búsqueda de información, mientras que las de Facebook y Twitter se construyen en torno a la “conversación” o la producción de los usuarios. Sin embargo, permiten ver tres fotografías de los intereses de gran parte de los usuarios de internet.

Hay grandes acontecimientos políticos y deportivos, así como catástrofes naturales, que fueron también el centro de la atención en los grandes medios de comunicación, tales como las elecciones en países como México, Brasil y Estados Unidos, los Juegos Olímpicos en Londres y el huracán Sandy. Por la cobertura mediática, estos sucesos habrían cobrado relevancia independientemente de la existencia de internet. Esto permite cuestionar la aparente horizontalidad en la red: si bien es cierto que casi cualquiera puede publicar, no todo lo que se publique es igual de visible. De algún modo, los grandes temas que aglutinan el interés y la discusión siguen estando conectados con la agenda mediática. Sin embargo, hubo otros acontecimientos que implicaron la presencia de la red, como el caso del salto desde la estratósfera que hizo Baumgartner —incluso cuando detrás estuvo una marca y una importante estrategia—; las discusiones y protestas frente a las iniciativas de ley SOPA y PIPA, en las que internet fue tanto el canal como el protagonista; así como los grupos y prácticas activistas, como #YoSoy132 en México. Tales acontecimientos se incorporan a las fotografías panorámicas de los intereses globales. De cualquier modo, las fotografías panorámicas dejan ver justo eso, panoramas, no detalles.

Alguna vez el módem hizo ruido: La incorporación de internet en la vida cotidiana

De mi columna, que se llama igual que este blog, en Razón y Palabra.

Publicada  el 13 de noviembre de 2012.

 

El día que el hijo pequeño de una amiga visitó la oficina de su padre, se sorprendió mucho porque por más que presionaba los íconos en el monitor de la computadora de escritorio, las aplicaciones no se abrían como en el iPod. Hubo que explicarle al niño que esa pantalla no era táctil y no podía creerlo. Se ha vuelto lugar común llamar “nativos digitales” a estas generaciones, yo prefiero hablar de momentos de incorporación de la tecnología en la vida cotidiana. Cada uno de nosotros tiene su propia historia de cuándo y cómo usó una computadora, un celular, otro dispositivo móvil, por primera vez; o de cuándo y cómo se conectó a Internet, qué sitios visitaba y qué actividades realizaba.

La experiencia de un segmento importante de quienes empezamos a usar Internet en la segunda mitad de la década de los 90, incluye aquellas lentas conexiones telefónicas, cuyo sonido tan característico anunciaba que en unos minutos se entraría a Internet, mientras se dejaba sin servicio telefónico a la casa o la oficina desde donde se tenía acceso. Es también un lugar común decir que el servicio era mucho más lento y que la lógica de aquello que ahora es nombrado web 1.0 era distinta, estaba más centrada en la difusión de información que en la interacción, aunque ésta última también se producía, principalmente a través de chats.

Quizá por eso me hizo tanto sentido la reflexión sobre la red, que atraviesa una tira cómica de Bunsen —“Arturo Navarra, el abuelito del Internet”—, en la cual se hace memoria de esas conexiones telefónicas tan lentas, que se vinculaban con actitudes diferentes respecto a la visualización y descarga de materiales, así como de las formas de establecer relaciones a través de Internet. Sobra decir que, por mucha nostalgia que traiga el sonido del módem de los años 90, nadie en su sano juicio estaría dispuesto a renunciar a nuestras conexiones de ahora para regresar a las telefónicas. Sin embargo, recordar es compartir la experiencia en torno a la incorporación de Internet en la vida cotidiana en un momento concreto.

Esto no es una historia que pueda dividirse en dos etapas fijas —antes y después—,  es más bien una historia que se teje a partir de acontecimientos, usos, aplicaciones, lógicas y otros elementos, ubicados espacio-temporalmente. Como todas las historias, ésta se cuenta desde la experiencia de sujetos concretos. La relación que establecemos en, con y a través de Internet, tiene que ver con el momento y el modo en que lo incorporamos en nuestra vida cotidiana.

En el futuro habrá quienes hablen de las lentitudes de la banda ancha; otros, como el hijo de mi amiga, seguro compartirán historias sobre cuán sorprendentes resultaban aquellos monitores obsoletos que no eran táctiles. Nosotros —y este nosotros agrupa no sólo a personas de la misma edad, sino a quienes compartimos esa experiencia noventera de Internet— mantendremos en la memoria el ruido del módem.

De «thanks for being part of my dream» al «power of we»: La red, los acontecimientos y el sentido de nosotros

De mi columna, que se llama igual que este blog, en Razón y Palabra.

El volumen y la velocidad de los tuits se volvieron impresionantes, para tratarse de una mañana común de domingo. De pronto, medio mundo hablaba de Red Bull y  relataba cómo un hombre subía en un globo, para saltar desde la estratósfera, bajo el patrocinio de esta marca. Tardé unos minutos en recordar que había leído una nota, días antes, sobre el salto que había sido pospuesto. El sentido de los tuits oscilaba entre el asombro y la parodia, la expectación crecía segundo a segundo.

Este acontecimiento del 14 de octubre es susceptible de distintas lecturas. De entrada, resulta relevante como hecho científico, por sus aportaciones para la ingeniería aeroespacial. A la vez, se ha erigido como un suceso de gran notoriedad, que seguro será parte importante de la historia de nuestros tiempos. En términos de mercadotecnia, es fundamental discutir el impacto que este salto tuvo para la marca, porque se trató de una inversión millonaria en una actividad no convencional, que logró colocarse en el centro de las miradas; si bien puede entenderse como un asunto publicitario, no se trata de productos comunicativos innecesarios y superfluos, sino de algo —como fue señalado líneas arriba— de relevancia científica e histórica.

Sin embargo, un asunto especialmente interesante para esta columna es la comunicación a través de las redes. El récord fue más allá de la altura, la transmisión en YouTube registró 8 millones de espectadores (YouTube, 2012). El salto desde la estratósfera se incorporó en el interés de gran cantidad de usuarios, que siguieron la transmisión y la comentaron en Facebook y, sobre todo, en Twitter. Los hashtags #redbullstratos,#stratos#felixbaumgartner#spacejump, así como las apropiaciones #posmetirodelaestratosfera,#sibaumgartnerfueramexicano y otras, aglutinaron la conversación, de manera intensiva durante unas horas y, con menor intensidad, durante todo el día. Insertarse en el torrente de tuits es una manera de tomar parte de un tema que se considera importante para los otros, es también pertenecer a una colectividad. “Thanks for being part of my dream”, dijo Félix Baumgartner (Red Bull Stratos, 2012).

Unas horas después, el 15 de octubre, se celebró el Blog Action Day, cuyo lema este año fue “power of we” (Blog Action Day, 2012), éste hace referencia a la capacidad de trabajar juntos para hacer del mundo un lugar mejor y se constituye como un llamado a la acción, desde los blogs. Este “trabajar juntos” se vincula, entre otras cosas, al uso de las redes para el activismo y a la capacidad de concentración de las discusiones en torno a intereses comunes. De hecho, la elección del “power of we” como tema partió de la revisión de sugerencias de miles de participantes alrededor del planeta.

Evidentemente, el impacto del Blog Action Day dista de aquel que tuvo elRed Bull Stratos; pero si algo hemos de reconocer como asunto transversal en estos casos es la identificación de un “nosotros”, más allá de cada uno. No deja de ser paradójico que, en una sociedad global (si es que puede llamarse así) tan volcada hacia el individualismo, tenga tal fuerza la búsqueda de un “nosotros”.

La red, la calle y las elecciones en México en 2012

De mi columna Coordenadas móviles, en Razón y Palabra.

Nadie esperaba el acontecimiento del 11 de mayo en la Universidad Iberoamericana Campus Santa Fe. Los estudiantes protestaron contra el entonces candidato Enrique Peña Nieto, en su visita a esta sede universitaria. La información circuló en tiempo real mediante Twitter, Facebook, YouTube y más. Sin embargo, los grandes medios de comunicación presentaron versiones que contradecían lo que había sucedido, hubo incluso encabezados que decían “Éxito de Peña en la Ibero pese a intento orquestado de boicot”[1], hubo también declaraciones de Pedro Joaquín Coldwell, presidente del PRI, y de Arturo Escobar, vocero del PVEM, en las que se descalificaba las protestas estudiantiles. Lo anterior derivó en nuevas expresiones de los jóvenes, mediante un video que difundieron en YouTube, donde 131 estudiantes de la Ibero responden a las descalificaciones. Posteriormente, se integraron alumnos de otras universidades, como el ITAM, el Tecnológico de Monterrey, el CIDE, la UNAM, la UAM, entre otras, para dar forma al movimiento YoSoy132.

Este movimiento hizo aportaciones importantes a la discusión pre-electoral en México, al colocar en la agenda el cuestionamiento de un sistema político sucio y perverso, así como de una oferta mediática parcial, caracterizada por un escenario de gran concentración de la propiedad de los medios, que se traduce en una increíble concentración de poder. Asimismo, la organización del #DebateYoSoy132, en el cual participaron tres de los cuatro candidatos a la presidencia de la república, permitió ver un ejercicio alternativo frente a los realizados por el Instituto Federal Electoral.

Un elemento clave fue la combinación de estrategias de organización y comunicación en internet, así como de movilizaciones en las calles. De este modo, se realizaron marchas y acciones de protesta simultáneas en distintas ciudades, tanto del país como del extranjero. En ese sentido, la movilización internacional, tanto de mexicanos que viven en el extranjero, como de extranjeros que se solidarizaron con el movimiento YoSoy132 fue un factor clave, que fue posible y visible, a partir de la comunicación en internet.

Durante la jornada electoral, además de los esfuerzos del movimiento YoSoy132, se observó la participación de los ciudadanos en otras iniciativas, tales como FotoXCasilla, PREP Ciudadano y Observación Electoral 2012 (la cual da continuidad al trabajo realizado en elecciones anteriores, en Cuidemos el voto). La particularidad de estas iniciativas es que permitieron integrar, mediante herramientas tecnológicas, los esfuerzos realizados de manera presencial. También hubo grandes flujos de información en torno a las elecciones, las experiencias de los ciudadanos, el reporte de delitos electorales, las manifestaciones de apoyo o denostación de candidatos, entre otros.

Los resultados de las elecciones son hoy cuestionados por la cantidad impresionante de irregularidades observadas, registradas y difundidas por los ciudadanos, mediante internet. Si bien muchos coinciden/coincidimos en que el ejercicio de los ciudadanos, tanto en las casillas como en los consejos distritales y locales, fue limpio; las condiciones no han sido equitativas.

Nadie esperaba el acontecimiento del 11 de mayo en la Universidad Iberoamericana Campus Santa Fe. Nadie esperaba que eso detonara una movilización impresionante a partir de ese punto. Pero, entonces, todo el mundo esperó demasiado, como si mes y medio de movilización tuvieran el superpoder de contrarrestar las inequidades previas. El escenario presente no es el que se auguraba hace meses, pero tampoco el que se pensó que podría ser en las semanas más recientes. Incluso puede observarse por momentos cierta desorientación en los integrantes de las distintas asambleas del movimiento YoSoy132 y entre los ciudadanos. Es complicado levantar la voz en esas condiciones, pero el uso creativo de internet, aunado a las movilizaciones en la calle, alcanzó a abollar la hegemonía de la palabra pública. Así, a la discusión añeja sobre política y medios de comunicación, se suma aquella que confiere a internet—o, mejor dicho, al uso que los ciudadanos hacen de internet— un papel clave en la democracia.


[1] Esto detonó una parodia en Twitter, donde los usuarios emplearon el hashtag #encabezadosOEM.

El #DebateYoSoy132: Cuando los ciudadanos tomaron la pantalla

De mi columna Coordenadas Móviles, en Razón y Palabra.

 

 

“Sabes que algo está cambiando cuando son ciudadanos los que hacen la tarea del IFE”, dijo Paloma en Twitter. Se refería al debate convocado por los jóvenes del movimiento #YoSoy132, para este martes 19 de junio de 2012, a las 20 horas, en el cual participaron tres de los cuatro candidatos a la presidencia de la república.

Para este ejercicio, se invitó a los ciudadanos a proponer las preguntas para los candidatos, en un foro en Internet (Somos más de 131), donde también se podía votar por los cuestionamientos para encontrar cierto nivel de acuerdo. También mediante Internet se dio a conocer que este debate sería transmitido por el canal de Más de 131 en YouTube, así como en otros medios, como Radio Ibero y Radio Educación, así como en algunos espacios físicos.

Al debate asistieron Gabriel Quadri de la Torre, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador, mientras que Enrique Peña Nieto declinó la invitación, bajo el argumento de que el movimiento asumió una posición política contra su proyecto y su persona y que esto no garantizaba equidad en el ejercicio. Ante esto, los organizadores dejaron un sillón vacío que evidenciaba la ausencia del candidato de la coalición Compromiso por México.

El #DebateYoSoy132 no tuvo un moderador y un formato, sino tres moderadores y tres formatos. En la primera fase hubo nueve preguntas para tres candidatos, que fueron realizadas a través de Google Hangout por diferentes estudiantes; cada respuesta tuvo una réplica por parte del universitario correspondiente; tanto las preguntas como las respuestas tuvieron tiempo limitado. En la segunda fase los candidatos discutieron en torno a asuntos concretos, hubo mayor oportunidad para la interacción, siempre y cuando no se pasaran del tiempo establecido en 5 minutos, para todas sus intervenciones. En la última fase, hubo preguntas que fueron sorteadas —dos para cada uno— y se concedió tiempo para que determinado candidato respondiera y los dos restantes replicaran. Al final, los candidatos recibieron otras preguntas que los ciudadanos les habían planteado de manera específica.

Como en otras ocasiones, el debate sobre el debate se dio en las redes, conectado por hashtags como #Debate132 y #DebateYoSoy132 y aderezado por las muestras de creatividad de los usuarios, que hacían chistes sobre el sillón vacío, el baño de la Universidad Iberoamericana donde Peña Nieto se ocultó en su visita a esa institución, la apariencia del primer moderador, los problemas para medir el tiempo que tuvo López Obrador, la palabra “celebro” en las intervenciones de Quadri, la pulsera huichola de lucía Vázquez Mota y, por supuesto, las fallas técnicas en la transmisión.

Dichas fallas, en diferentes espacios, fueron una constante y limitaron el ejercicio de ver el debate. Sin embargo, la posibilidad de dialogar mediante Facebook y Twitter llevó a las redes de usuarios a compartir distintas opciones para ver o escuchar el debate: cuando se cayó la transmisión en el canal de Más de 131 en YouTube, ya estaban circulando otras propuestas, como Terra, La Silla Vacía, Uno Noticias, entre otras.

A pesar de esos lamentables problemas, con los aspectos técnicos y con el tiempo, los formatos propuestos por los jóvenes para las distintas fases del debate permitieron una mayor oportunidad para interactuar y discutir, que en los dos ejercicios previos organizados por el Instituto Federal Electoral. En el caso del #DebateYoSoy132 se trató de un ejercicio que hizo visibles otras formas de diálogo democrático, entre los ciudadanos y los candidatos a la presidencia, mediante el uso de Internet como herramienta de organización y de comunicación. En otras palabras, si bien el peso de la tecnología es innegable, es pertinente considerar la capacidad de agencia de los organizadores y los participantes —de uno y otro lados de la pantalla— en la realización de este debate.

Ciertamente, es importante considerar que grandes sectores de mexicanos no tienen acceso a Internet, lo cual coloca a los participantes como un grupo privilegiado. Sin embargo, estos esfuerzos, con sus aciertos y sus errores, permiten observar que la participación ciudadana puede realizarse mediante mecanismos que trascienden el voto. Independientemente de las participaciones de los candidatos y de sus posteriores declaraciones de triunfo en el debate, el ejercicio fue un triunfo para la ciudadanía organizada. Es deseable que estas prácticas trasciendan la temporada de campañas electorales y se planteen como una forma de diálogo también con los representantes populares.

Los aprendizajes tras este debate ciudadano son muchos. Algo se está transformando entre cierto sector de jóvenes, de ciudadanos. Es vital no perder de vista eso que se mueve.