Medianeras, la ciudad y la red

De mi columna, que se llama igual que este blog, en Razón y Palabra.

“Hace más de diez años me senté frente a la computadora y tengo la sensación de que, desde entonces, nunca más me levanté”, decía Martín, uno de los personajes principales de Medianeras, un cortometraje que Gustavo Taretto dirigió en 2005[1] y que ahora, en 2011, se ha convertido en un largometraje[2]. He de confesar que sólo he visto el primero, hace años, en un festival de cine y que espero con ansias la llegada del segundo.

Medianeras es una reflexión sobre la ciudad, concretamente sobre la ciudad de Buenos Aires, la cual es caracterizada por Taretto como “caótica, impredecible, contradictoria, luminosa, empobrecida y hostil”[3]. Sobre ella, la reflexión tiene que ver con las implicaciones del crecimiento urbano desordenado en la vida cotidiana de sus habitantes: la presencia de demasiada gente en determinado territorio no ha conducido a una mayor convivencia entre quienes viven en cercanía geográfica. La reflexión que plantea Taretto sobre su ciudad bien podría plantearse sobre cualquiera de nuestras ciudades, medianas o grandes.

Esta posibilidad de pensar la ciudad en Medianeras plantea también una reflexión sobre internet. En nuestros tiempos es casi imposible pensar una cosa sin la otra. Mariana y Martín, los protagonistas de la película, experimentan cierta proximidad geográfica, suelen circular por los mismos lugares y constantemente se encuentran en la calle, pero no se dan cuenta, porque no se conocen, no saben quiénes viven alrededor ni cuánto tienen en común; a la vez, experimentan otras proximidades a través de internet, que no es una realidad alterna, sino algo que se ha incorporado en la vida cotidiana. De igual modo, la historia de amor de estos dos personajes, que experimentan la soledad y el aislamiento, podría ser la historia de muchos.

Pero, más allá de las historias, una gran aportación de la película es que coloca en la misma mesa de reflexión a la ciudad, la red y las subjetividades. Hace años, había quienes pronosticaban el fin de las ciudades e incluso de las interacciones cotidianas, a partir del crecimiento de Internet. El tiempo ha demostrado que las ciudades no han desaparecido, pero que muchas lógicas urbanas se han trastocado con los flujos globales de información.

La reflexión sobre la ciudad e Internet no puede desligarse en nuestros tiempos, porque la relación se produce en varios niveles y dimensiones, porque la ciudad no es un simple escenario donde ocurren las interacciones, la ciudad también ocurre a partir de esas interacciones. La red no existe como una realidad aparte, sino como una que está ligada a las condiciones materiales de infraestructura, a las condiciones políticas en términos de regulaciones y de posibilidades de libertad —o de restricción, como desafortunadamente hemos visto muchos casos recientemente—, a las condiciones culturales y educativas en términos de usos y apropiaciones.

Todas estas relaciones parecen invisibilizarse en las interacciones interpersonales, pero están ahí, como las calles de la caótica ciudad.


[1] The Internet Movie Database. “Medianeras” (2005). Consultado el 29 de octubre de 2011, en: http://www.imdb.com/title/tt0455622/

[2] The Internet Movie Database. “Medianeras” (2011). Consultado el 29 de octubre de 2011, en: http://www.imdb.com/title/tt1235841/

[3] Taretto, Guatavo. “Nota del director”. Medianeras. Consultado el 29 de octubre de 2011, en: http://www.medianeras.com/historia.php

Miss Bala y los sentimientos encontrados

Ver Miss Bala me ha provocado sentimientos encontrados. Por un lado, celebro la iniciativa, me agrada que presente esta otra perspectiva de la violencia en México. Creo que su gran acierto es justamente colocar el tema de la naturalización de la violencia y el enorme entramado de vínculos entre áreas que hace años pensábamos ajenas y desconectadas entre sí. Contar la historia a partir de la chica que ni sabe bien a bien qué pasa, me parece que también es un gran acierto y una gran metáfora del estado de confusión de la sociedad frente a las amenazas, que ni sabe claramente de dónde vienen.

Sin embargo, creo que falla en el manejo del tiempo; en el afán por mostrar la fugacidad, pareciera todo ocurrió en tres días y eso le resta profundidad. Creo que también falla en congruencia: hay cosas que no muestra y se entienden perfecto, como la violación de Laura; hay cosas que muestra de más y al final muestra mal, como la escena sexual entre Laura y el narco feíto en la camioneta en una posición anatómicamente imposible o el asesinato del agente de la DEA que termina colgado de un puente.

Por lo demás, para quienes vivimos en Aguascalientes, la sorpresa es considerable al descubrir una Tijuana muy aguascalentense. Gran parte de la película fue rodada en estas tierras, dicen que el gobierno no aportó dinero del erario público a esta película, como sí lo hizo con Abel; pero quién sabe. Como sea, muchos lugares se ven: la calle Madero, Las Antorchas, la Plaza Fundadores, López Mateos con algún paso a desnivel en construcción, el Sindicato Ferrocarrilero, alguna casa perdida en la salida a San Luis… con vista al Cerro del Muerto, la tiendita de cervezas que ocupa el espacio donde alguna vez estuvo Danessa 33, el centro comercial El Dorado, la central camionera, el lugar de las combis. Ahí está todo y, a la vez, podría tratarse de cualquier ciudad.

Nota suelta sobre la naturalización de la violencia

El martes 22, a las 5, llegué a la biblioteca, abrí mi laptop y de inmediato fui bombardeada vía Twitter con la noticia: habían lanzado una granada en la bodega del Instituto Estatal Electoral de Aguascalientes, donde se guardaban las boletas electorales para el próximo 4 de julio —a eso hay que sumar que menos de 24 horas antes, habían asesinado a un abogado y habían baleado un policía—. No hubo muertos y las boletas también sobrevivieron, pero el hecho de un ataque justo ahí, justo ahora, es por sí mismo un hecho grave y dispara muchas preguntas. Una hora después de la noticia, recibí un correo electrónico, con una imagen en jpg, donde aparecía una fotografía del atentado de Atocha y se incriminaba a cierto partido político en el granadazo al IEE, pero además se equiparaba al ataque terrorista de lo que llamaban “el metro de Madrid”. Mucha velocidad, ¿no? Es como si ya lo hubieran sabido, qué asco. Los días subsecuentes, los dos partidos grandes se dedicaron a culparse unos a otros, más asco. El IEE ha pedido que vayamos jubilosos a votar. Seguramente iremos, aunque no todos y probablemente no con tanto gusto, ante el agotamiento de los discursos y la ausencia de propuestas concretas y viables.

En estos días, las noticias sobre balaceras y asesinatos—a veces múltiples—ya son cotidianas. Aun así, no es dato menor que el lunes fuera asesinado el candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas. Y, además, fue terrible para mí enterarme ayer —vía Twitter, sobra decirlo— de la balacera en Guadalajara, donde murió un policía baleado y además, como “daño colateral”, murieron dos mujeres que iban en un coche contra el que se impactó una patrulla.

Si la “naturalización” de la violencia ocurre cuando “vamos ganando” la guerra contra el crimen organizado —¿o debo decir “la lucha contra la inseguridad”?— no quiero imaginar cómo sería si estuviéramos perdiendo.

Democracia/incertidumbre

He de confesar que los juegos de palabras empleados por Joaquín Villalobos en «México mirándose el ombligo» (publicado en la Nexos más reciente) no me terminan de encantar. Me recuerdan a cierto compañero mío de la maestría que intentaba marearnos planteando que «debemos tener una visión poliédrica de la realidad y pensar qué de cultura/política/economía/violencia tiene la ciencia/interdisciplina/sociedad/cultura» (sí, sí, los términos eran intercambiables, pero todo encajaba en los poliedros). Sin embargo (y con esto regreso a Villalobos), me parece que puntualiza algunos asuntos clave sobre la situación de desesperanza frente a la anhelada democracia en México (y quizá en otros lugares):

«Cuando se descubre que la democracia es incertidumbre, diferencias, debate y mecanismos complejos para tomar decisiones, se produce una nostalgia inconsciente por los mecanismos autoritarios del pasado».

«En las teorías sobre la democratización, se dice que el autoritarismo está hecho de procesos inciertos con resultados ciertos, y la democracia de procesos ciertos con resultados inciertos».

«Hay nostalgia por el México que se perdió y que supuestamente ya no se quería y decepción por el México democrático que se ganó y que supuestamente se anhelaba».

Y así continúa.

Juárez, las miradas y la memoria

Recuerdo las tiras donde Mafalda decía que al mundo le dolía el Asia, creo que hoy al mundo le duele todo el cuerpo, pero en algunos puntos es inconcebible que pueda experimentarse más dolor. Juárez es uno de ellos, arrastra muchos dolores, el de sus mujeres asesinadas y olvidadas, el de su seguridad perdida, el de sus jóvenes masacrados cuya memoria es ofendida por quienes se supone estarían a cargo de ver por ellos. Como en otros momentos, se hace presente la necesidad de gritar lo que pasa y lo que se percibe, lo que se siente y no encuentra cabida en muchas noticias. «Juárez se nos cae a pedazos», dice Tere Almada en un mail que Chilangelina publicó en su blog; «hoy siento que el tiempo y las fuerzas se nos agotan y Ciudad Juárez se nos muere de tristeza», finaliza. Jorge Pedro también publicó el mail de un amigo suyo que vive allá; «se siente algo en el cuerpo que afecta, y no sólo mentalmente», dice y habla de las extorsiones como pan de cada día. Rossana Reguillo publicó en Facebook fotos que tomó Salvador Salazar en la protesta que realizaron el día que Calderón estuvo en Juárez. Me duelen esas miradas, tan distintas como profundas, sobre esa realidad que vemos en Televisa. Me pregunto qué dirá, en 50 años, la historia oficial sobre la incompetencia y el cinismo de las autoridades y qué dirá sobre el dolor y el desencanto de los que ven su ciudad y su vida caer a pedazos.

Actualización: Esta noche, tuiteros y feisbuqueros se unen a #vigiliaporjuarez.

Segunda actualización: Salvador Salazar, desde Juárez, publica fotos de la Marcha de Coraje, Dolor y Desagravio: SOS Juárez.

de nómadas y vidas líquidas

«Las personas que circulan en las proximidades de la cumbre de la pirámide de poder global, individuos para quienes el espacio importa poco y la distancia no supone molestia alguna; son personas que se sienten como en casa en muchos sitios, pero en ninguno en particular. Son tan ligeras, ágiles y volátiles como el comercio y las finanzas cada vez más globalizadas que las ayudaron a nacer y que sostienen su existencia nómada», eso dijo Bauman en Vida líquida. Lo mismito es perfectamente observable en Up in the air (alguien muy chafa osó traducir ese título como Amor sin escalas).

Lo que se ve en esta película de Jason Reitman es, probablemente, el pretexto para mostrar fragmentos de una realidad mucho más compleja, con crisis, incertidumbres y transformaciones, con un sistema insostenible, con grandes problemáticas públicas y miles de ambigüedades en las vidas privadas, tanto de quienes se aferran a eso que llaman «estabilidad», como de quienes fluyen y fluyen mientras el tiempo pasa. Up in the air cuestiona todo, lo global, lo íntimo, el sentido de futuro.

Las metáforas de la mochila, las millas, el paréntesis y más, dicen mucho de lo que hemos llegado a ser y del punto hacia donde parecemos dirigirnos. He de decir que vi en imágenes lo que han planteado Bauman, Sennett, Augé, Ortiz, Beck, Giddens, Lechner y otros… y he de confesar que también me vi en la fascinación (no sin dudas) de Ryan (George Clooney) por la movilidad y la ausencia de ataduras.

«La vida líquida es una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante. Las más acuciantes y persistentes preocupaciones que perturban esa vida son las que resultan del temor a que nos tomen desprevenidos, a que no podamos seguir el ritmo de unos acontecimientos que se mueven con gran rapidez, a que nos quedemos rezagados, a no percatarnos de las fechas ‘de caducidad’, a que tengamos que cargar con bienes que ya no resultan deseables, a que pasemos por alto cuándo es necesario que cambiemos de enfoque si no queremos sobrepasar un punto sin retorno». Sí, otra vez Bauman en Vida líquida.

de arte y transformaciones sociales

Decía Wright Mills que con mucha frecuencia los artistas recuperan, reflexionan y explican la realidad social antes que los investigadores sociales. He de decir que cuando vi The Watchmen (sí, vi antes la película que el comic) me pasmé con la introducción, que visualmente dice mucho y, con «The times they are a-changin» de Bob Dylan, dice más aún.

Por cosas de derechos de autor, no es posible insertar ese fragmento que les cuento, pero lo pueden ver acá: http://www.youtube.com/watch?v=tKJ0QHLm1Uw

De lo poco que se puede insertar, he aquí una joya. Ojo al segundo 42, a la respuesta del Comediante sobre el sueño americano.

¿sentencias previas?

Leo el post de Rossana Reguillo acerca de las zonas de riesgo cero frente a la influenza humana y sus cuestionamientos: «¿Es realmente el dilema hoy aislar a quien se percibe como amenaza para la seguridad, sin considerar los costos para la libertad y los derechos humanos? ¿cuáles serán las nuevas zonas de riesgo cero derivadas de la pandemia?»

Y, en esta inercia que hace parecer inevitable sacrificar la libertad por la seguridad, no puedo evitar pensar en Minority report, la cinta de Steven Spielberg, basada en el relato de Philip K. Dick, donde EU tenía un sistema de prevención del delito, basado en detener y congelar a los sujetos antes de que cometan el delito; aquéllo era una especie de mundo feliz, donde no había asesinatos y donde el común de las personas estaban dispuestas a sacrificar la libertad a cambio de tener la seguridad de los no-asesinatos.

En un día normal (lo que sea que eso signifique), nada suena más alejado de la realidad; pero en situaciones de crisis, más de un Estado cierra fronteras para aislar a los posibles-infectados-engendros-del-mal que se constituyen como amenaza para su seguridad y no son pocos los ciudadanos que se manifiestan de acuerdo. El asunto de fondo es el prejuicio frente a lo que se califica como amenazante, sea o no un peligro real; y el prejuicio tiene un sinfín de implicaciones sociales, pero, de manera concreta, suele chocar con los derechos humanos.

¿Será que aprobaremos sentencias previas? ¿Será que buscaremos otros mundos posibles para hacer frente a las incertidumbres?

De influenza e incertidumbre

El miedo se ha instalado dentro y satura nuestros hábitos diarios.

 

Zygmunt Bauman, Tiempos líquidos

 

 

Estos días la influenza se ha incorporado en las conversaciones de medio mundo, no como un tema entre otros, sino como el tema y, una vez frente a él, es imposible no tomar postura. Entre la gente común alcanzo a identificar varios discursos:

 

·      Los que recurren al copy-paste del discurso oficial: sí es curable, sí hay medicamento suficiente, no hay más muertos que los que ya se informó, toma estas medidas precautorias, todo está bajo control.

 

·      Los que consideran que la influenza existe y se salió de control, que todos estamos en riesgo y que el gobierno y los medios ocultan información respecto a la gravedad del asunto.

 

·      Los que afirman que se trata de una cortina de humo frente a otros problemas, tales como el narcotráfico y la crisis mundial, porque, ah, qué influenza tan oportuna.

 

·      Los que hablan de una conspiración global para:

a) Reactivar la economía.

b) Contrarrestar el exagerado crecimiento poblacional.

c) Dominar al mundo.

 

·      Los que predican el fin del mundo y ya escuchan a los jinetes del apocalipsis.

 

·      Los que hablan de la existencia del virus, de los riesgos y de la necesidad de tomar precauciones, pero se muestran artículos frente a las versiones oficiales de los actores legítimos, tales como los gobiernos, los organismos internacionales y los grandes medios de comunicación.

 

Radicales, críticos o como sean los discursos, el denominador común es el miedo: miedo a infectarse, miedo a morir, miedo a la conspiración, miedo a la incertidumbre. Al final de cuentas estamos frente a un acontecimiento disruptivo[1] que nos lleva a comportarnos bajo el principio de sospecha y, siguiendo los planteamientos de Rossana Reguillo y otros autores, la sospecha se basa no en la diferencia, sino en la igualdad: sospechamos de los que son iguales a nosotros y, si antes ya nos preguntábamos si el vecino recién llegado era narco o si era secuestrador el desconocido que encontramos frecuentemente en la calle, ahora criminalizamos también a quien ose estornudar, ante el miedo a contagiarse de influenza.

 

A la epidemia de la influenza, habrá que sumar la del miedo. Entretanto, preguntas sobran y las respuestas nomás no aparecen. Tal vez lo que nos tiene tan alarmados no es lo poco que sabemos, sino lo que no sabemos.


[1] Reguillo, Rossana (2007). “Exclusiones, miedos y fronteras: los desafíos geopolíticos de la identidad”. En Identidades, globalización e inequidad. Ponencias magistrales de la Cátedra Alain Touraine. México: Universidad Iberoamericana, ITESO.