Las ene cadenas de correo electrónico que sostenían la teoría del complot para explicar la influenza, la cadena que circula ahora pidiendo que «no registres tu celular» y muchos de los productos que parodian funcionarios y circulan en YouTube, Facebook, correo electrónico y más, tienen en común un discurso de total desconfianza en la figura del Estado como ente que se rige por el bien común. Se percibe así al Estado y a los gobernantes como perversos, corruptos e ineficientes. Y ya lo dijo Norbert Lechner hace tiempo, “la desafección hacia la democracia tiene que ver con las formas de hacer política”.
A veces perversa, a veces ingenua y a veces crítica, la producción, distribución y consumo de este tipo de mensajes que pululan en Internet, es una forma de hacer frente a un régimen con el que no están de acuerdo. Sobre todo, los casos de las parodias, chistes y cartones, dejan ver un ejercicio de creatividad cotidiana en la otra comunicación pública. Y con demasiada frecuencia, los funcionarios e instituciones implicados, lejos de entender estas prácticas de comunicación, se limitan a hacerse los ofendidos y a reforzar la desconfianza hacia el Estado. En ocasiones incluso contribuyen involuntariamente a difundir estos productos, como ocurrió hace unos días con el video «Rata y cursi» en que se parodia al gobernador veracruzano Fidel Herrera; inicialmente el video fue visitado por relativamente pocos internautas, pero tras el escándalo producido cuando el IFE solicitó a YouTube retirar tal archivo, las visitas se multiplicaron, el video fue colocado en otras ubicaciones y compartido en blogs, Facebook y más, como lo reporta Raúl Trejo Delarbre.
Esta parodia ha sido vista cientos de miles de veces y ha suscitado un debate en torno a la libertad de expresión y a las facultades del IFE para regular este tipo de contenidos. El problema de fondo, sin embargo, sigue ahí; la visibilidad no calma la desconfianza, las respuestas que evaden el problema la multiplican.